El timbre del teléfono sonó:
—Hola.
—Getrudis, es tu mamá.
—Lo sé. ¿Cómo estás?
—Estoy bien.
—¿Qué necesitas? Porque nunca llamas tan temprano y menos un domingo. ¿Ya fuiste a misa a confesar los pecados?
—¡Qué misa, ni misa! Tú sabes que estoy peleá con el cura porque me dijo que era una entrometida; que te dejara tranquila. Pero esos son otros veinte pesos. Mira, nena, necesito que el mantenido de tu marido venga a pintarme la reja para que se gane unos chavitos honradamente y sude la patria.
—Mami, tú sabes que él es alérgico a la pintura y se le hinchan los dedos y las uñas se le brotan.
—Alérgico al trabajo es lo que es. ¿Y cuál es la excusa cuando te digo que le digas que venga a pasarme la máquina para cortar la grama? Ese es un vago de siete suelas.
—Mami, no empieces que llevamos en esto más de veinte años.
—Pero es la verdad, mi’ja. Ese es un vago. El novio del mattress le voy a poner. Ese hombre es más vago que la quijada de arriba. Tirado siempre en la butaca viendo televisión con el cable robado. Gracias a Dios y al Partido Nuevo Progresista que hay ayudas federales, porque si no, estarías muriéndote de hambre, negrita, porque esperando que ese hombre produzca… Mira, cuando dijeron: «Vagos al agua…»
—Mami, ¿por qué siempre me haces esto?
—Que hago ¿qué? ¿Decirte la verdad y que te casaste con un buenoparanada? Ese hombre parece la señorita de la casa. Siempre de punta en blanco, con la cerveza en la mano, zapatos caros, perfume caro. Las prendas en las manos como si fuera un joyero cubano , porque son buenas. ¡Uy!, que no se le ensucie la ropa. Todo un maniquí de González Padín. Pero no sirve para nada. ¿Acaso pasa trabajo cuando se acuesta contigo o espera que tú se lo hagas todo?
—Mami, has tratado y has tratado, pero no has podido lograr que nos separemos. Nosotros nos amamos. Acéptalo de una vez.
—Nena, no solo de amor se vive. Lo que no entiendo es cómo Dios no ha escuchado mis súplicas. Mira que se lo he pedido desde que eran novios: que se encuentre otra que cargue con él; que se pegue en la lotería y se largue para otro país. Hasta he pedido que algún médico le encuentre un…
—Mami, ¿podemos tener algún día una conversación sin despellejar a Vicente?
—Pero, nena, si no hablamos de Vicente, ¿de qué vamos a hablar?
http://marshall-ventyourmind.blogspot.com/2011/04/la-suegra.html
ResponderEliminar