sábado, 16 de abril de 2011

La asignación

Eran las 7:30 de la mañana y Miosotis llegó llena de angustia al colegio porque no había hecho la asignación de trigonometría. Subió corriendo las escaleras hasta llegar al tercer piso. Buscó a Rosa por todas partes, pero no la encontró. Se acercó al joven que estaba en la entrada del salón y le preguntó:
—Benjamín, ¿has visto a Rosa?
—No —contestó Benjamín—. ¿Para qué las buscas?
—Es que, como ella es la más que sabe trigonometría, necesito que me preste la asignación de ella para copiármela.
—Miosotis, coge la mía y cópiala.
—No, no. Yo me copio de la de Rosa. Por copiarme de ella es que mantengo el promedio de honor. Si me copio la tuya, bajo el promedio porque no tienes cabeza para mantener un promedio de honor.
—Pero, mira, Rosa se la…
Sin dejarlo terminar, salió corriendo a buscar a Rosa. Bajó a la biblioteca, y vio que Rosa se levantaba apresuradamente para salir.
—Rosa, necesito que me prestes la asignación de trigonometría que no la he hecho.
—Yo tampoco.
—¿Y cuándo la vas a hacer?
—Nunca la hago; siempre me la copio de Benjamín. Él es el único que pasa el trabajo.

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