Hoy me enteré de la muerte de la gran actriz Rosaura Andreu. La mulata Marta en Vejigantes, pero conocida más por su personaje inolvidable Titi Chagua.
Seguro fuiste un niño muy mono, cuando fuiste por primera vez a ese salón de clase… como premio te daré el show que presentaré. Seguro que habrá de gustar. Es la tanda de La hora del niño, que ahora acaba de terminar. Todavía recuerdo la canción que utilizaron para comenzar el programa de La hora del niño que se pasaba por el Canal 6 cuando era un canal cuyo propósito principal era totalmente educativo.
Titi Chagua era una de los personajes que aparecían todos los días en nuestras pantallas. El canal 4 tenía El Rancho WAPA con Mickey The kid, personificado por Mickey Miranda y su esposa, llamada la Madrinita, y el tercero de esa época era El Payaso Pinito, Luis de Tejada.
Era la época en que comenzaba la televisión puertorriqueña y las oportunidades de empleo pululaban para la clase artística del país y para los extranjeros que dejaron de serlo al quedarse en Puerto Rico.
A Titi Chagua la acompañaba Kiki, el dibujante que hacía muñequitos de cualquier cosa que le escribieran en el papel. También la acompañaba un pianista que ahora no recuerdo su nombre, pero me parece que era Luigi. Por años, Titi Chagua nos estuvo entreteniendo y nos estuvo instruyendo y educando. Me podía identificar con Titi Chagua porque tenía problemas con el peso. Recuerdo que siempre se estaba riendo. Recuerdo sus canciones, sus cuentos, sus enseñanzas…
Esta mañana, mi mente se remontó a aquellos tiempos en que no había maldad en la niñez. Los niños buenos porque eran buenos y creían en Los Reyes Magos porque los reyes mayos existían. Eran los tiempos creativos cuando los niños pobres hacían carritos con chapas de refrescos para tirarse por la cuesta del Lara (la cuesta de la calle Matías Ledesma, la calle pegada al Sylvia Rexach). No había Barbies ni el consumismo desmedido porque no había dinero, pero había cariño y respeto.
Eran los tiempos en que estaba en la escuela elemental en mi barrio querido Puerta de Tierra. Se podía caminar confiadamente por las calles porque no había la violencia que existe hoy. Lo más escandaloso que se podía ver era a alguien que agrediera a otro con un cuchillo o a las mujeres halándose las greñas porque se una se quería con el marido de la otra. Lo más pecaminoso era el prostíbulo llamado Bar La Mina conocido por todos los marineros que llegaban a San Juan.
La Navidad se esperaba porque era el tiempo para trullar y compartir en familia. La gente traía música, buena música con buenos instrumentos. No había latas para trullar, sino el güiro, la guitarra, el acordeón. Era la llegada de Los Reyes Magos, de buscar yerba y no fumársela. Los vecinos se conocían todos e intercambiaban platos típicos. No había mucho dinero, pero había mucho cariño para compartir.
Doña Rosaura, me entretuvo cuando era pequeño. Fue una maestra más. La última vez que la vi, contaba su historia a Dean Zayas en Estudio Actoral. Hoy, me hizo recordar cuán feliz fui siendo niño. Hoy acabó la última tanda de La hora del niño. Ha muerto Titi Chagua; ha muerto la mulata Marta que imaginó Francisco Arriví. Ha muerto una amiga que no conocí en persona, pero que quise mucho. Hoy, me arropó la nostalgia por haber perdido a una gran mujer puertorriqueña nacida en Cuba. Descansa en paz, Titi Chagua.
Seguro fuiste un niño muy mono, cuando fuiste por primera vez a ese salón de clase… como premio te daré el show que presentaré. Seguro que habrá de gustar. Es la tanda de La hora del niño, que ahora acaba de terminar. Todavía recuerdo la canción que utilizaron para comenzar el programa de La hora del niño que se pasaba por el Canal 6 cuando era un canal cuyo propósito principal era totalmente educativo.
Titi Chagua era una de los personajes que aparecían todos los días en nuestras pantallas. El canal 4 tenía El Rancho WAPA con Mickey The kid, personificado por Mickey Miranda y su esposa, llamada la Madrinita, y el tercero de esa época era El Payaso Pinito, Luis de Tejada.
Era la época en que comenzaba la televisión puertorriqueña y las oportunidades de empleo pululaban para la clase artística del país y para los extranjeros que dejaron de serlo al quedarse en Puerto Rico.
A Titi Chagua la acompañaba Kiki, el dibujante que hacía muñequitos de cualquier cosa que le escribieran en el papel. También la acompañaba un pianista que ahora no recuerdo su nombre, pero me parece que era Luigi. Por años, Titi Chagua nos estuvo entreteniendo y nos estuvo instruyendo y educando. Me podía identificar con Titi Chagua porque tenía problemas con el peso. Recuerdo que siempre se estaba riendo. Recuerdo sus canciones, sus cuentos, sus enseñanzas…
Esta mañana, mi mente se remontó a aquellos tiempos en que no había maldad en la niñez. Los niños buenos porque eran buenos y creían en Los Reyes Magos porque los reyes mayos existían. Eran los tiempos creativos cuando los niños pobres hacían carritos con chapas de refrescos para tirarse por la cuesta del Lara (la cuesta de la calle Matías Ledesma, la calle pegada al Sylvia Rexach). No había Barbies ni el consumismo desmedido porque no había dinero, pero había cariño y respeto.
Eran los tiempos en que estaba en la escuela elemental en mi barrio querido Puerta de Tierra. Se podía caminar confiadamente por las calles porque no había la violencia que existe hoy. Lo más escandaloso que se podía ver era a alguien que agrediera a otro con un cuchillo o a las mujeres halándose las greñas porque se una se quería con el marido de la otra. Lo más pecaminoso era el prostíbulo llamado Bar La Mina conocido por todos los marineros que llegaban a San Juan.
La Navidad se esperaba porque era el tiempo para trullar y compartir en familia. La gente traía música, buena música con buenos instrumentos. No había latas para trullar, sino el güiro, la guitarra, el acordeón. Era la llegada de Los Reyes Magos, de buscar yerba y no fumársela. Los vecinos se conocían todos e intercambiaban platos típicos. No había mucho dinero, pero había mucho cariño para compartir.
Doña Rosaura, me entretuvo cuando era pequeño. Fue una maestra más. La última vez que la vi, contaba su historia a Dean Zayas en Estudio Actoral. Hoy, me hizo recordar cuán feliz fui siendo niño. Hoy acabó la última tanda de La hora del niño. Ha muerto Titi Chagua; ha muerto la mulata Marta que imaginó Francisco Arriví. Ha muerto una amiga que no conocí en persona, pero que quise mucho. Hoy, me arropó la nostalgia por haber perdido a una gran mujer puertorriqueña nacida en Cuba. Descansa en paz, Titi Chagua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario