Puerto Rico ha llegado a un punto que ya no tiene ni ley ni tiene orden. Cada cual campea por su respeto y hace lo que le viene en gana. En síntesis, nos hemos convertido en tierra de nadie que a nadie le importa. Una isla con ínfulas primermundista, pero con conducta y actitudes de país tercermundista.
Cada vez la ola de crímenes sigue arropándonos. Ya no se puede tener nada cerca de las rejas que tenemos para que no nos roben, porque todo lo que sobresalga por las rejas se lo lleva el amigo de lo ajeno.
Mi vecino tenía una jaula llena de Lovebirds en la parte de atrás de la casa hasta que vino un manicaliente y le llevó la mitad de las aves. No conforme, volvió al otro día para llevarle el resto. Solamente le dejó una pareja de cockatieles. Mi vecino, para evitar que le llevaran las aves que le quedaban, las metió dentro de la casa. Cuando el pillo regresó por las últimas aves, no las encontró. En su lugar y de castigo, le llevó la comida de las aves.
Después de muchos años de haber cuidado de árbol de aguacates, tuve que dejarlo que lo acabara el comején por no mortificarme con los que se llevaban el fruto. A cada rato aparecía un individuo que me llevaba el fruto, aunque le faltara tiempo para madurar. Daño por daño. Me harté. Lo dejé morir.
La última modalidad, provocada por la ausencia de empleos provocados por la improvisación gubernamental, es llevarle la compra al carro, pero no al carro del que la compró; sino que el que hizo la compra se la lleva al carro del que se la está robando. ¿Le han dado publicidad para que la gente tenga cautela? No.
Ya los ladrones o amigos de lo ajeno no tienen un perfil definido. Gente que considero como “honesta” las veo con el pillo de luz, el pillo de agua, el robo de cable digital. Los veo en el supermercado, bien vestidos, comiéndose las uvas y dejando el paquetito vació por otro anaquel. El que no devuelve el cambio que el cajero le dio de más y por error. Los ladrones que no le indican al mozo que le cobraron de menos. Los que abren los paquetes de películas o de discos para llevarse el CD y dejar la caja vacía. Por supuesto, a los que tienen mucho poder adquisitivo se les llama cleptómanos; al resto, se les llama pillos. Los de clase baja se denominan como sobrevivientes.
Hemos progresado porque aprendimos a seguir el ejemplo de los que nos deben dar ejemplo, pero hemos copiado lo malo. La ratería está en todas partes. El tráfico de drogas se ha convertido en la carta de triunfo para salir de la pobreza económica, porque la pobreza espiritual sigue viva. Los verdaderos traficantes no se encuentran en los residenciales públicos; se encuentran en los caseríos privados, llamados walkups o en las urbanizaciones exclusivas de acceso controlado. Hay una relación directa entre el violador de las leyes de tránsito y el vehículo de motor; mientras más caro es el cajón de metal, más desordenadamente lo maneja el chófer. Los empleados encargados de servicio al cliente se roban el dinero porque su trabajo es totalmente deficiente. Los grandes honorables que tenemos en el país, quienes viven concentrados en llenarse los bolsillos de lo que no les corresponde. Su actitud es: el que venga atrás que arree. Hemos copiado de la gran nación estadounidense, pero hemos copiado lo malo. Los valores hay que anunciarlos en la Fortaleza donde no siguen las leyes. Ja. La esperanza se encuentra secuestrada en el mismo lugar donde secuestraron la democracia. Lo triste es que a casi nadie le importa. ¡Qué nos pasa, Puerto Rico!
Cada vez la ola de crímenes sigue arropándonos. Ya no se puede tener nada cerca de las rejas que tenemos para que no nos roben, porque todo lo que sobresalga por las rejas se lo lleva el amigo de lo ajeno.
Mi vecino tenía una jaula llena de Lovebirds en la parte de atrás de la casa hasta que vino un manicaliente y le llevó la mitad de las aves. No conforme, volvió al otro día para llevarle el resto. Solamente le dejó una pareja de cockatieles. Mi vecino, para evitar que le llevaran las aves que le quedaban, las metió dentro de la casa. Cuando el pillo regresó por las últimas aves, no las encontró. En su lugar y de castigo, le llevó la comida de las aves.
Después de muchos años de haber cuidado de árbol de aguacates, tuve que dejarlo que lo acabara el comején por no mortificarme con los que se llevaban el fruto. A cada rato aparecía un individuo que me llevaba el fruto, aunque le faltara tiempo para madurar. Daño por daño. Me harté. Lo dejé morir.
La última modalidad, provocada por la ausencia de empleos provocados por la improvisación gubernamental, es llevarle la compra al carro, pero no al carro del que la compró; sino que el que hizo la compra se la lleva al carro del que se la está robando. ¿Le han dado publicidad para que la gente tenga cautela? No.
Ya los ladrones o amigos de lo ajeno no tienen un perfil definido. Gente que considero como “honesta” las veo con el pillo de luz, el pillo de agua, el robo de cable digital. Los veo en el supermercado, bien vestidos, comiéndose las uvas y dejando el paquetito vació por otro anaquel. El que no devuelve el cambio que el cajero le dio de más y por error. Los ladrones que no le indican al mozo que le cobraron de menos. Los que abren los paquetes de películas o de discos para llevarse el CD y dejar la caja vacía. Por supuesto, a los que tienen mucho poder adquisitivo se les llama cleptómanos; al resto, se les llama pillos. Los de clase baja se denominan como sobrevivientes.
Hemos progresado porque aprendimos a seguir el ejemplo de los que nos deben dar ejemplo, pero hemos copiado lo malo. La ratería está en todas partes. El tráfico de drogas se ha convertido en la carta de triunfo para salir de la pobreza económica, porque la pobreza espiritual sigue viva. Los verdaderos traficantes no se encuentran en los residenciales públicos; se encuentran en los caseríos privados, llamados walkups o en las urbanizaciones exclusivas de acceso controlado. Hay una relación directa entre el violador de las leyes de tránsito y el vehículo de motor; mientras más caro es el cajón de metal, más desordenadamente lo maneja el chófer. Los empleados encargados de servicio al cliente se roban el dinero porque su trabajo es totalmente deficiente. Los grandes honorables que tenemos en el país, quienes viven concentrados en llenarse los bolsillos de lo que no les corresponde. Su actitud es: el que venga atrás que arree. Hemos copiado de la gran nación estadounidense, pero hemos copiado lo malo. Los valores hay que anunciarlos en la Fortaleza donde no siguen las leyes. Ja. La esperanza se encuentra secuestrada en el mismo lugar donde secuestraron la democracia. Lo triste es que a casi nadie le importa. ¡Qué nos pasa, Puerto Rico!
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