Hoy mientras pensaba sobre qué escribiría, me pasaron muchos temas por la mente. Me pasó el tema de la cotorrita es nuestra. Escribiría no de la sordera ni del audio-impedido, sino de la sordera selectiva que tenemos muchos y que nos es muy acomodaticia cuando no queremos escuchar nada.
Pensé tocar el tema --o criticar-- a los drogadictos legales; los que viven coleccionando recetas médicas para tener todos los medicamentos esenciales: la droga para dormir, la droga para despertar; la droga para bajar la presión, la droga para subir la presión; la droga para comer, la droga para dejar de comer; el ansiolítico, el antidepresivo…
Vinieron temas diversos a mi mente. Pero todos se quedaban cortos. Escribir sobre estos temas lo que hacen es que «me dañan el aura», como decía una amiga. Me van enervando hasta dejarme sin energía. No quería sentirme drenado ni cansado un lunes por la mañana.
Fue entonces que pensé. ¿Por qué no hacer un inventario de mí y establecer un plan para hoy? Seguro que sí.
Aprendí a trabajar con inventarios y de su utilidad en un libro de autoayuda. La forma más corta y cómoda de llevarlo a cabo, para mí, es hacer una fotografía mental de cómo me encuentro en este momento.
Hoy me considero dichoso. Me percaté que tengo visión para ver el amanecer que me regala la vida. Esta mañana, los destellos del sol atravesaban las nubes para resaltar lo que parecían ser dedos solares.
Agradezco que hoy amaneciera sin dolor en los dedos. Así que puedo seguir trabajando, y agradezco tener trabajo. Agradezco, además, tener un trabajo que me gusta y que no me pesa.
Cuando abrí la ventana de mi cuarto, me sentí doblemente dichoso porque llegó mi vecino el zumbador, esta avecita color verde que viene todos los días y me alegra mi día. Pude deleitarme viendo la contentura que siempre tiene mi perra Rapunzel de las Mercedes mejor conocida como Puruca. Ella es la castañuela de mi flamenco matutino.
Escuché el sonido mañanero y me percaté de que la cotorrita no es mía. Puedo escuchar el maullido de mi gato Silverio y verlo correr por la casa con la contentura de todos los días.
Mi mente se encuentra clara y mis movimientos son los normales porque no vivo como zombi por los efectos de medicamentos. Me di cuenta de que no me siento deprimido. No tengo hangover porque no necesito ahogar penas con el alcohol, porque no tengo penas. Tengo manías que me desestabilizan, pero las reconozco, las acepto y trato de echarlas a un lado porque muchas son ridículas e inútiles. He descubierto que las cosas negativas que continúo haciendo no las descarto porque tienen algún grado de utilidad para mí. Para hoy, trataré de buscar alternativas útiles y sanas para lidiar con la vida.
Tengo la capacidad de escoger cómo será mi día hoy. Puedo dedicarme a ver todo lo malo o puedo escoger ver lo bueno que llevamos todos --todos-- los seres humanos dentro de nosotros. Con algunos hay que escarbar un poco más, pero siempre se encuentra. Lo bueno es que los seres humanos de averdura no son como los personajes de las novelas mexicanas, que el que es malo es malo y el que es bueno es bueno. Los seres humanos somos buenos, es nuestra naturaleza. Las acciones erróneas son las que nos hacen ver como personas viles.
Puedo concentrarme en ver mi vaso medio lleno y en que todo pasa, en vez de medio vacío y en que nada pasará. A la corta o a la larga, todo se resuelve porque nada es eterno.
Puedo elegir no hablar mal de nadie para no envenenar mi alma. Criticar y hablar de los demás me viene fácil. Y siempre el que termina sin energía y de muy mal humor soy yo. Hoy no quiero dañar mi espíritu.
Hoy me dedicaré a creer, a tener esperanza. Hoy tendré la certeza de que haré lo que tenga y pueda hacer, diré lo que tenga y deba decir y escucharé lo que tenga que escuchar. Estaré receptivo a la vida. Me llenaré de valor para seguir la ruta que tengo trazada desde que tengo uso de razón. Me daré cuenta de a quien único puedo cambiar es a mí.
Soy dichoso porque no le tengo miedo a la muerte. No creo en cucos. Como dice Alberto Cortez, no tengo el miedo ancestral a la sotana ni a la venganza final de lucifer.
Me basta el hoy porque el pasado es un cheque cancelado y el futuro nunca llega porque siempre se convierte en hoy.
Para hoy, seré feliz. Escojo serlo porque puedo serlo. Hoy, nuevamente, le pido al universo que mi pensamiento de paz le llegue a quien tenga que llegarle. No puedo controlar a quien le llegue. Hoy afirmo que mi día sería un día de mucho sol, porque la luz le llevo dentro de mí.
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