En inglés le llaman The Bucket List. The Bucket list viene de la frase Kick the bucket, que significa «morir». Le han llamado el Mapa del tesoro. Todo es lo mismo: son cosas que uno planifica lograr antes de morir.
Todo esto surge luego de ver el programa de Oprah, donde la invitada era la actriz estadounidense Jane Fonda. Entre las cosas que habló, dijo que lo importante en la vida no es ser perfecto, sino lograr la integración, estar totalmente integrado. Por si mi traducción está incorrecta la frase fue: not to be perfect, but to be whole. Me encantó la frase. Es algo que he tratado de evitar y de hacer. Trato diariamente de salirme de las garras de la perfección, para entrar en un mundo donde rompa con la fragmentación en mi vida.
Más adelante, Oprah preguntó si Jane tiene una lista de cosas que quería lograr antes de morir o the bucket list, a lo que contestó en la afirmativa.
La frase the bucket list se dio a conocer mediante la película que hicieran Morgan Freeman y Jack Nicholson, donde uno de los dos moriría y el otro le ayudó a que lograra las cosas que tenía en su lista de cosas por hacer.
Hace unas décadas, una compañera me trajo un escrito de una cinta motivacional que transcribió, donde el autor también recomendaba que se hiciera una lista de todo lo que uno quería lograr en la vida, cosas imaginables e inimaginables. El autor decía que tener una lista hace que uno se enfoque en lo que quiere. Todo lo que él puso en su lista lo fue logrando. Sólo le faltaba un viaje en una nave espacial.
Este asunto de la lista o del mapa del tesoro, se grabó en mi mente, aunque inconscientemente siempre he hecho listas mentales con metas a corto plazo. He sido muy cuidadoso de no establecer metas a largo plazo por temor a que nos las cumpla y terminar frustrado y deprimido.
Recuerdo que una de las metas que me propuse lograr fue viajar por Europa. Pasaron 25 años, pero lo logré; y han sido tres veces las que la he visitado.
Mientras era estudiante universitario, mi madurez era prácticamente cero. Me distraía con mucha facilidad. Estaba desenfocado. Mis cuatro años de universidad fueron flojos en parte como consecuencia de los actos violentos durante este período: la muerte del taxista mientras cursaba el básico; la muerte de Antonia y la muerte del cadete, ya para las postrimerías. Lo único que me propuse durante estos cuatro años fue terminar porque sabía que, de no hacerlo, me quedaría sin un bachillerato.
Años después, me propuse que volvería a la universidad para enmendar mi conducta y probarme que podía salir airoso porque tenía la materia gris necesaria. En el 1992, regresé a la Universidad de Puerto Rico, ingresé al Programa Graduado en Traducción y no paré hasta que finalicé los cursos, tomé el examen de grado, hice y defendí mi tesis de manera sobresaliente.
Como la clase graduanda de 1971 de la Universidad de Puerto Rico no tuvo graduación ese año por toda la inestabilidad, me propuse que asistiría esta vez a mi graduación. Cuando llegó el momento, invité a mi madre y a dos amistades para que compartieran conmigo ese momento.
Después de terminar mi maestría, me quedé con las ganas de seguir estudiando. Me llamó la atención la redacción, pero no hice nada; ni siquiera busqué información ni me propuse nada. La semilla estaba dentro de mí.
Hace poco, me enteré de que hay una maestría en creación literaria. Mi mente se alborotó porque me di cuenta que eso era lo que me interesaba. Recopilé la información. Recurrí a mis ángeles para que me ayudaran. Uno de ellos me hizo la gestión en registraduría para conseguirme la transcripción de créditos. Otros dos me dieron unas cartas de recomendación que me pusieron el ego por las nubes.
Ayer fui a la entrevista, y me parece que ya tengo un pie adentro. Me he propuesto hacer la maestría en creación literaria. Tengo una amiga «muy positiva» que me dijo: «¿Para qué? si aquí los escritores se mueren de hambre porque no venden libros». Le contesté: «No lo hago por dinero; lo hago porque quiero tener algo que hacer cuando me jubile». Ahí quedó el asunto.
Hacer listas con conciencia me ha ayudado a conocer lo que realmente quiero, lo que no estoy dispuesto a negociar y dónde pondré todo mi empeño para conseguir lo que quiero.
Una de mis metas intangibles es velar mis intenciones en todo lo que haga. Muchas veces, denuncié cosas supuestamente porque lo correcto era hacerlo, pero al evaluar mi verdadera motivación, me di cuenta que lo hacía por puro revanchismo y maldad. Eso no vale. Eso, de acuerdo con mi filosofía de vida, me rebota y me daña.
¿Qué me queda por hacer?
Comenzar y terminar la maestría
Dar un viaje en tren por toda la parte norte de España
Jubilarme
Mantener mi mente activa para que el alemán no se apodere de ella (Alzheimer)
Ser lo más feliz que pueda
Observar (no mirar) lo bonito de la vida
No hablar mal de nadie.
No temer (no dije tener miedo, sino temer)
Amarme
Cuidarme
Y si el dinero aparece como producto de haber vendido un bestseller, un viaje a la luna con todo incluido para mí, para mi perra y mi gato.
Hay un escrito que ha marcado mi vida. Se llama Solo por hoy o El decálogo de Papa Juan XXIII, porque se alega que lo escribió él y aquí lo comparto:
Sólo por hoy, buscaré vivir del todo positivamente, sin tratar de solucionar los problemas de mi vida al mismo tiempo.
Sólo por hoy, pondré el más cuidado en mi presentación, vestiré modestamente; no levantaré la voz; seré cortés en mi trato; no criticaré a nadie, excepto a mí mismo.
Sólo por hoy, viviré feliz con la seguridad de que fui creado para ser feliz, no sólo en la otra vida, sino también en ésta.
Sólo por hoy, me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que todas las circunstancias se adapten a mis propios deseos.
Sólo por hoy, dedicaré 10 minutos de mi tiempo a una buena lectura, teniendo presente que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así una buena lectura es necesaria para la vida del alma.
Sólo por hoy, haré una buena acción y no lo contaré a nadie.
Sólo por hoy, haré al menos una cosa que no me gusta hacer; y si mis sentimientos se rebelan, cuidaré que nadie lo note.
Sólo por hoy, tendré un propósito. Quizá no lo siga al pie de la letra, pero lo tendré. Y me evitaré de dos males: de la impaciencia y de la indecisión.
Sólo por hoy, creeré firmemente, a pesar de las apariencias, que la buena Providencia de Dios [o como yo lo conciba] cuida de mí más que de ningún otro que vive en este mundo.
Sólo por hoy, no temeré. En particular no temeré gozar de lo que es hermoso y confiaré en la bondad.
Estoy convencido de que, si sigo estas sugerencias, lograré todo lo que me proponga en la vida, viviré rodeado de ángeles y seré un ciudadano completo. Me daré cuenta de que así como le dé al mundo, así recibiré de él.
Solo por hoy: me pongo a la disposición del mundo.
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