Como todas las noches, pasa la mano por encima de la sábana de la cama y la estira para asegurarse de que no haya ninguna arruga antes de acostarse. Luego se sienta sobre ella, acomoda las chinelas con los pies para que estén alineadas con las ranuras de las losetas, equidistantes de los extremos de la cama. Al dejarse caer sobre el colchón, se le cae la almohada al piso. Se vira y ve que las chinelas están viradas. Se levanta otra vez. Se arrodilla. Agarra cada chinela y vuelve a cuadrarla con las ranuras de las losetas, equidistantes de los extremos de la cama. Se pone de pie. Vuelve a pasar la mano por encima de la sábana y la estira para asegurarse de que no haya ninguna arruga. Sin querer tropieza con una de las chinelas y altera el orden. Maldice. Vuelve a arrodillarse. Agarra ambas chinelas y la cuadra con las ranuras de las losetas, equidistantes de los extremos de la cama. Se levanta. Vuelve a pasar la mano por encima de la sábana y la estira para asegurarse de que no haya ninguna arruga. Se tira en la cama para no tocar las chinelas. El peso de su cuerpo hace que el colchón se salga del marco de los largueros, lo que ocasiona que el alineamiento de las chinelas vuelva a alterarse...
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