Hace unos meses, caminaba por el segundo piso de Plaza Las Histéricas y muy cerca de la tienda Bose (es la única razón para meterme en tal antro de perdición), se encontraba un señor engabanado al lado de una cabina o, como dicen en la madre patria, un booth, auspiciado por uno de los planes médicos Advantage muy conocido. Curiosamente, lo acompañaban varias ancianas que repartían un folletín, supongo que recién salido de la imprenta, de una hoja doblada en tres que leía: Opúsculo para lidiar con la demencia. Iban a comenzar la charla justo cuando estaba en el punto más cercano de los ancianos. Según me acerco más, una anciana se percata de mi presencia y camina hacia mí. Llevaba sombra oscura en los párpados que le hacía juego con los ojos, las cejas estaban tatuadas de algo que pareciera rubio y los labios encendidos de un rojo vampírico. El peinado era de salón de belleza, y vestía un conjunto de pantalón y chaqueta en estopilla. Las muñecas las llevaba encadenadas con montones de pulseras de distintos grosores. Encima del seno izquierdo tenía un pegadizo que leía Leonor. Me extiende la mano para que tome asiento y escuche la charla. Ante mi negativa, me entrega uno de los opúsculos y me dice:
Lléveselo. Nunca sabe cuándo le pueda ser
útil.
Le di las gracias. Guardé el folleto en el
bolsillo del pantalón, pero seguí a la cura en la perdición del sonido musical
de Bose. Llegué a casa y tiré el folleto por algún lugar, interesante que no lo
botara, y me olvidé.
Hace poco, me topo con la hoja. Manual para
lidiar con la demencia. Justo lo que necesito en estos momentos. Abro el
documento y comienzo a leer:
La demencia es algo que tenemos todos muy
cerca de la oreja. Nos puede dar a nosotros en forma de Alzheimer, o como le
llaman el alemán, o nos puede dar a nuestros viejos. ¿qué hacer cuando nos
enfrentamos a ella? Y detalla una serie de pasos que me recordaron un artículo
que escribí que enumeraba unos pasos para la crianza infantil tomando como base
las sugerencias de un libro para el entrenamiento animal.
Abrí la computadora y busqué mi artículo,
pero no lo encontré. De lo que recuerdo, escribo lo que sigue. Me parece que el
título era Cómo criar niños usando un adiestramiento animal. El título era algo
preliminar porque no hubiese escrito algo con un título tan feo. Pero a lo que
voy. La intención de mi escrito era que se utilizara un libro de entrenamiento
de perros en niños. Y encaja. Lo mismo que con personas con demencia.
1. La primera regla era: sea constante. Lo
que es “no” hoy, será “no” mañana y siempre. De no hacerlo, confundirá al
animal. Aquí lo sustituía con niño y ahora con anciano.
2. Refuerce lo positivo: Cuando el (animal,
niño, anciano) haga lo que usted espera, gratifíquelo. Dele las gracias y
prémielo con una galleta. En el caso humano, concédale lo que quiere y
ofrézcale un juguito de los que le gusta. Felicítelo. Muy bien. Qué bueno.
3. Háblele en monosílabos porque, de
utilizar oraciones compuestas o complejas confunde al (animal, niño, anciano).
Sí. No. Deja. Ven.
4. Vele el comportamiento del (animal,
niño, anciano) para anticipar lo que va a hacer. [En mi caso, la perra me avisa
cuando tiene ganas de hacer sus necesidades]. En el caso de mi anciana, estoy
pendiente cuando se para de la silla y se para frente a la puerta cerrada del
baño. Tal movimiento es indicativo de que hay que ajorar al que habita en el
baño.
5. Hay momentos en que pueden ocurrir
accidentes. No regañe al (animal, niño, anciano). Recoja el reguero o limpie lo
que se ensució y ya. Si han pasado varias horas del accidente, ni se ocupe de
hacer nada. Ya se le olvidó.
6. Establezca rutinas para que el (animal,
niño, anciano) no se pierda. A todos se nos hace más fácil tener un lugar para
tomar los alimentos, para sentarnos, un lugar que sintamos nuestro. Haga las
cosas a la misma hora. En el caso de mi mamá, de tanto escuchar las canciones
de salsa, ya sonea con Mark Anthony. Todavía les funciona el cerebro o vienen
aletazos de cordura. Disfrútelos.
7. Sea enfático y no tema al (animal, niño,
anciano). Sabe cuándo se puede salir con la suya. Muestre carácter con cariño.
En el caso de los adultos, desquítese diciéndole como nos decían a nosotros
cuando chicos, lo hago por tu bien.
Es lo que recuerdo, Pero a estas
sugerencias, le añado:
·
Déjele que haga tareas, que se
sienta útil. Déjele que lleve los trastes al fregadero, aunque no los friegue.
Que recoja la cama. En mi caso, cuando ella agarra la escoba, velo que la perra
no esté ladrando. Aun así, le pregunto, qué va a hacer. Voy a barrer una
basurita. Cuando la perra ladra, me levanto de donde sea y me le voy detrás
porque sé que va derechito a darle un escobazo a la otra reina del hogar.
·
Espere a que no pueda, para
ofrecerle la suya. Pregunte primero. Deje que la solicitud salga de su ser
querido. No lo invisibilice. tómelo en consideración a siempre que sea posible.
·
Si su anciano es paciente,
séalo usted con él.
Este escrito intenta demostrar que no es
una sentencia a muerte tener a un familiar con demencia. Hay manera de hacer
que todo sea más fácil. Lo más importante para mí: no pierda el sentido del
humor. Cuando mi mamá se me pone flamenca. La miro, aparentemente con cara
jocosa, y le digo en broma: qué mucho tú jodes. Ella me mira, cierra los ojitos y se
muere de la risa. Y seguimos viviendo la vida como si nada.
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