Ayer,
por enésima vez, disfruté el filme La sociedad de los poetas muertos (Dead
Poets Society), estelarizada por Robin Williams, el profesor recién llegado, y
los estudiantes interpretados por Ethan Hawke, Josh Charles y Robert Seean
Leonard, Siempre que la veo me emociona y me sobrecoge. Me lleva a ver cosas
nuevas. Me recuerda los años de adolescente en que vivía sin rumbo,
desconociendo lo que me gustaba; aunque sí tenía claro lo que no.
Volví
a disfrutarme la presencia del profesor John Keating cuando influencia a sus
estudiantes, llevándolos a no conformarse con las cosas como las ven, sino a
atreverse a verlas de otro modo. Es exactamente lo que me pidieron en los
talleres de cuentos. La diferencia con la película es que ellos se enfocan en
la poesía.
Me
cuesta mucho trabajo salirme de las normas y lo convencional. Criado en un
colegio católico es vivir con la programación que le enseñan o le inculcan o
indoctrinan, encajonado a seguir normas y dogmas sin cuestionamiento. En mis
tiempos, era pecado cuestionar o dudar de muchas de las cosas que hoy no creo.
Reconozco que tengo que esforzarme para cambiar el prisma, es tarea diaria.
Keating
les enseña además el significado de la frase carpe diem, a vivir el momento
presente ante la fugacidad del tiempo. Carpe diem, para mí, es atreverse ahora
a hacer lo que haya que hacer antes de que sea demasiado tarde. En síntesis,
cada estudiante sigue su ruta haciendo lo que tiene que hacer en ese momento.
Llevo años tratando de concentrarme en vivir el momento presente. Es ahora, a
la edad que tengo, que me parece que lo logro parcialmente para que así no haya
lamentos por haber perdido el tiempo; y aún los hay. Acepto que hubo dos
décadas en mi vida en que, como veleta, sobreviví las tempestades. Hoy entiendo
que hubo algo mayor a mí que me mantuvo a flote. Aun así, practico con
frecuencia perdonarme por los actos irresponsables cometidos.
Carpe
diem es vivir el hoy. No dejar para mañana lo que pueda hacer hoy. Es
desenfocarme en títulos, en no esperar a tenerlos para ejecutar de lo que haya
que hacer. Es atreverme hacer lo que haya que hacer con lo que tengo y cuento
hoy.
Creo
que haber llegado a la edad que tengo me da licencia para atreverme a hacer
muchas cosas. He escuchado que, cuando se envejece, perdemos los filtros y
decimos lo que pensamos sin escrúpulos ni temores. Carpe diem es gozo. Al
aprovechar el presente y hacer lo que llevo en las agendas mentales, me
complace. Me hace sentir que logro lo que me propongo, triunfador. Hoy me
atrevo a seguir intentando cambiar lo convencional hasta que sea parte de mí. Es
atreverme a exponer mi punto de vista sin temor a lo que digan los demás. Carpe
diem.
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