Las voces me atormentan.
Cállense. Cállense ya.
Me he acercado al borde del andén para aplacarlas.
Ahora gritan.
No hacen caso. Se rebelan.
Cállense. Que se callen.
Me agobian los laberintos de quejas, de sueños rotos, de desvelos,
de desesperanzas, de descontentos y de culpas.
He llegado a la estación del tren.
Veo la máquina acercarse a lo lejos.
Se acerca. Está cerca, muy cerca.
Todas las voces callarán.
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