viernes, 23 de abril de 2010

Cuando todo quiere salir mal.

¿Has tenido uno de esos días en que, desde que te levantas, las cosas pintan mal? Yo también. Ayer fue un día que tenía que salir a trabajar en la calle. Preparo todos mis bártulos y los entro en la guagua. Como trabajo desde la casa, probé la guagua para ver si funcionaba bien. Sorpresa. La bateria estaba muerta. De inmediato, entré en pánico. Me llené de angustia. Entré en el viaje de: por qué a mí, qué mala suerte tengo.

Lo que no tomé en consideración es que al frente de mi guagua había otra nueva. Todavía Jimmy no se había ido. Lo que tenía que hacer era cambiar los bártulos e irme con él. Eso hice.

Borré el archivo de la pesadumre de mi mente y volví a comenzar. Cambié las cosas. Informe que me iba con Jimmy.

De inmediato, comencé a hacer lo que hago de rutina con la perra. Le preparo el plato de comida. La llevo a la parte posterior de la casa para que esté allí mientras estoy fuera de la casa. Preparo el desayuno tomando en consideración que no sé a la hora que almorzaré. Por tanto, preparo un emparedado con mantequilla de maní, que me sostiene hasta pasadas las 3:00 de la tarde.

Mi ánimo comienza a mejorar. Vuelve la confianza y la fe en que será un buen día. Solamente hay que confiar.

A las 8:00 de la mañana, ya esta listo, las maletas estaban en la otra guagua. Al llegar al la estación del tren, avancé para sacar mi boleto. La tarjeta anterior ya se había vencido. Bajo apresuradamente al andén y sólo faltaba par de minutos para que llegara el tren. En lo que me ubico donde quiero abordar el tren, llega. El vagón estaba medio lleno. Conseguí un asiento de los que me guestan. Los que son para una sola persona, aunque voy de lado.

A las 8:33 ya me encontraba caminando por el andén en Hato Rey. Ningún contratiempo luego del de la batería.

Si hubiese caido presa del pánico. Me hubiera mortificado. Me hubiera seguido sintiendo miserable. No hubiera pensado bien y, tal vez, se me hubiese quedado algo. No fue así.
Para los días cuando todo quiere salir mal, lo mejor es no perder la cordura ni la perspectiva. Todo tiene solución y todo está en orden divino.

He dicho.

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