La realidad que vive la Universidad Puerto Rico la comparo con la novela de Harry Potter y la orden del Fénix. El quinto año que Harry está en Hogwarts, llega Dolores Umbridge a la dirección de Hogwarts y llega para “restablecer el orden”. Es una mujer totalmente terca que recurre a métodos crueles y dictatoriales para lograr cualquier cosa que se haya propuesto. Toda persona que piense de manera diferente es marginada o recriminada hasta el punto de botarla de la escuela. Tiene como aliado al celador de la escuela Argus Filch quien es el alzacola de la principal. Su tarea es reportar a todo el que disienta de las políticas de la profesora Umbridge. La mujer decide mantener “el orden” estableciendo una serie de prohibiciones que las enmarca y las coloca en lugares visibles en la escuela, a tal punto que llena toda una pared de prohibiciones. Cada vez que los estudiantes hacen algo que Dolores Umbridge cree que va contra sus principios, coloca un cuadro con nuevas directrices y prohibiciones. Prohibido reunirse más de dos en los predios escolares; prohibido llevar determinada ropa; prohibido… Ésta parte del principio de que se es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Interesantemente, también tiene a sus aliados en los tribunales de ley y orden. Tan es así que la escuela se convierte en un régimen dictatorial a la cabeza de la Srta. Umbridge. La historia concluye cuando los estudiantes se rebelan contra la principal y logran que se restituyan las libertades que había en la escuela previo a la entrada de la dictadora Umbridge.
En Puerto Rico, tenemos a un Fortuño y a un Figueroa Sancha. ¿Acaso no es lo mismo que se ve a diario en la Universidad de Puerto Rico? Lo que nos falta es que podamos ver la restitución de la democracia a todos los niveles.
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